viernes, 16 de octubre de 2009

Medardo Fraile: "La constancia en España, siempre tan distraída, se necesita más que en otros países"

—¿Cómo se enfrenta uno a la redacción de un libro de memorias?
—Con mucha desgana. Con la convicción de que va a darle a uno muchos disgustos. No había pensado nunca en escribirlas pero, como he contado alguna vez, José María Merino se empeñó en que las hiciera, porque él me había oído contar cosas que le parecieron interesantes en nuestros cursos de narrativa de Santander, Pontevedra y El Escorial. Cuando las empecé me fui animando y me prometí que serían un ejercicio de sinceridad con los demás y conmigo mismo.

¿Ha callado muchas cosas?
—Más bien he olvidado algunas cosas; por ejemplo, cuando conocí en Madrid al estupendo poeta y traductor de San Juan de la Cruz, Roy Campbell, que era un gran gozador de la vida, pintoresco en muchas cosas, una de ellas es que actuó de picador en alguna corrida de Domingo Ortega.

¿Qué diría usted que aporta este libro a la comprensión de una época difícil como la posguerra española?
—Comprensión, ecuanimidad, falta de partidismo y un afán constante por acercarme a la verdad de unos y otros. El partidismo sin autocrítica, encantado de haber nacido, es una lacra endémica e inaguantable, por necia, de la vida española de antes y de ahora.

¿Cómo le parece que se está recibiendo el libro en general?
—Mi libro ha dejado al descubierto, hasta ahora, a dos reseñadores que no acaban de saber leer aunque, pese a que no acaban de saber leer, a uno le ha parecido el libro “apasionante” y al otro “un relato extraordinario”. En fin, algo bueno habrán olfateado que ellos no logran explicar. Pero otros, como tú, como J.J. Armas Marcelo en “ABC” o José Biedma en “El IDEAL” de Granada, han disfrutado mucho con El cuento de siempre acabar y me han entendido muy bien. Ten en cuenta que el libro salió poco antes del verano, se vendió bien en la Feria del Libro y han aparecido aún pocas críticas. Ahora habrá más.

¿Podemos esperar una segunda parte que narre su experiencia en Escocia?
—Francamente, no lo sé. He escrito muchos artículos sobre Gran Bretaña y no pocos de ellos están recogidos en La penúltima Inglaterra, que, en la segunda edición, se tituló La familia irreal inglesa. Lo que debería hacerse es una reedición ampliada de esos libros, que ahora están agotados.

¿Cómo ve el panorama literario actual en España?
—Creo que a demasiados escritores les interesa más la fama, estar en el cotarro y lo que digan de ellos en "El País" que trabajar, escribir bien y lo que digan en el país (sin comillas) de ellos, pero seguimos teniendo buena literatura y esperanza en lo que viene, en los más jóvenes.

¿Qué le aconseja a quien pretenda abrirse camino escribiendo?
—Exigencia consigo mismo por encima de todo, autocrítica lo menos complaciente que sea posible, carencia de vanidad, lecturas, trabajo y constancia, porque la constancia en España, siempre tan distraída, se necesita más que en otros países.

¿Cree que estamos asistiendo a un resurgimiento del relato como género?
—Sí. La gente empieza a saber que el cuento es difícil, que no es un feudo de las hadas, que vale la pena intentarlo o leerlo. Hay muchos jóvenes ahora, y entre ellos estás tú, que hacen cuentos admirables, como Hipólito G. Navarro, Ángel Zapata, Víctor García Antón, Hilario J. Rodríguez, Ezequías Blanco, Antonio Rodríguez Jiménez, Javier Sáez de Ibarra, Juan Jacinto Muñoz Rengel, Juan Pimentel y otros que siento no recordar ahora…


Entrevista de Miguel Sanfeliu

1 comentario:

Francisco Ortiz dijo...

Muy bien: además, el veterano escritor se moja, algo ciertamente raro y de agradecer en autores de su prestigio.