Leoncio López, ingeniero aeronáutico por formación y creativo publicitario de profesión, es también uno de nuestros mejores escritores de relatos cortos, como demostró al ganar la edición de 2003 del prestigioso certamen La Hucha de Oro con su magnífico cuento La cita. Ahora, el autor ha debutado en las distancias largas con El ladrón de nubes, novela con la que ha triunfado en la novena edición del Premio Onuba. En esta entrevista, Leoncio López nos habla, entre otras cosas, sobre la fantasía y la realidad, la locura y la cordura, y sobre el olvidado arte de mover las nubes con la mente.
Con El ladrón de nubes usted ha ganado la novena edición del Premio Onuba de Novela y antes obtuvo diversos galardones de relato corto, entre ellos la prestigiosa Hucha de Oro. ¿Qué importancia han tenido los premios literarios en su carrera?
Creo que deberían haber tenido bastante más de la que realmente han tenido. Un premio es algo muy importante, y más el que menciona de la Hucha de Oro, pero cuando lo gané yo tenía demasiado trabajo, y no pude aprovechar una oportunidad tan buena para continuar con mi vocación de escritor. Acababa de montar mi propia agencia de publicidad y esa tarea me tenía ocupado todo el tiempo del que disponía.
Según le he oído decir, la idea de la novela surgió de una noticia leída en un periódico. ¿Cómo fue el proceso creativo?
Por mi trabajo, estoy acostumbrado a utilizar un tipo de proceso creativo que también puede ser útil para un escritor. Tenía el titular de un periódico —«Los agricultores de Soria se quejan de que les estén robando las nubes»—, que inmediatamente mi mente publicitaria lo transformó en el título para una novela. Yo nunca había escrito ninguna, así que el título me pareció un buen punto de partida. Era como desarrollar una campaña partiendo del eslogan. Todo lo que se requiere es que sea realmente bueno y encierre una gran idea.
El ladrón de nubes oscila entre el realismo y el fantástico. ¿Por qué esa indefinición genérica? ¿Cree que el género fantástico es una buena herramienta para analizar la realidad?
Muchas veces me he preguntado en qué tipo de literatura me movería yo mejor, y la respuesta no es única, pero sí elimina muchas posibilidades. Pues bien, el realismo fantástico no es una de las opciones eliminadas.
El protagonista de la novela, Cristóbal, es un niño; raro, pero un niño. Por otro lado, la magia está muy presente en el texto. No magia auténtica (aunque quizá también), pero sí la magia que surge de la mirada del observador; como por ejemplo la que hay en los ojos de los niños cuando presencian un espectáculo circense, por muy casposo que sea. ¿Cree que hay alguna relación entre niñez, magia y literatura?
Sin duda. La relación que hay entre niñez y magia no es necesario explicarla, como también resulta evidente la relación entre magia y literatura. Esto plantea un silogismo clarísimo: la niñez y la literatura también están relacionadas. Pero hay que estar prevenidos con los silogismos pues algunos son sofismas.
Cristóbal está evidentemente loco. Sin embargo, es precisamente su locura lo que le permite sobrevivir. ¿La locura puede ser una forma de lucidez?
Hay cierto tipo de locura que tiene un poder redentor. Creo que esta frase la dice en algún momento el personaje adulto, cuando está recordando lo que fue su niñez. Yo también lo creo.
La trama de El ladrón de nubes puede interpretarse como una metáfora sobre el proceso de maduración y la pérdida de la inocencia. O de todo lo contrario: la negativa a madurar. ¿Qué opina al respecto?
Alguien, ya muy mayor, dijo que el error más grande que había cometido en su vida era haber dejado de ser un niño. Se entiende que lo decía solo en el sentido de no perder la capacidad para el asombro y de mantener la ilusión. Actualmente, muchos adultos siguen siendo unos niños pero porque se han “peterpanizado”, y eso resulta patético. En el caso de Cristóbal, se ve obligado a madurar por unas circunstancias muy duras, pero él sigue siendo un niño porque solo tiene trece años, y setenta años más tarde continua siendo un niño aunque, según sus palabras, «vivir se ha convertido en una vieja costumbre». Ese es el punto interesante.
Usted ha afirmado que Cristóbal es un monstruo; sin embargo, yo creo que en la novela los monstruos son otros. ¿En qué sentido es monstruoso su protagonista?
En general se entiende como monstruo al que tiene características especiales que le hacen diferente, y se sobreentiende que esas características son malas o temibles. Lo contrario es un monstruo bueno que detesto profundamente. Cristóbal es un monstruo con varias puertas y solo se muestra abierta una de ellas.
Me ha parecido detectar cierta relación entre El ladrón de nubes y la novela de Theodore Sturgeon Los cristales soñadores. ¿Qué influencias reconoce usted en su novela?
Seguro que tiene más influencias de las que yo puedo reconocer, pues muchas veces, te impresionan cosas que has leído de una forma mucho más intensa de lo que conscientemente crees, de modo que puede haber algo que se queda grabado en el subconsciente, oculto y discreto, y en un momento dado sale sin que tú sepas exactamente de dónde ha salido. Creo que esto es algo que cualquiera que se dedique a una tarea creativa, ha experimentado alguna vez.
El humor es un elemento clave en el texto, incluso cuando describe situaciones dramáticas. Hay quien cree que el humor es un género banal, mientras que otros lo consideran algo muy serio. ¿Qué opina?
El humor siempre es un asunto difícil de tratar, mucho más cuando la situación no es para nada graciosa, y desde luego no creo en absoluto que sea algo banal, más bien todo lo contrario. Y desde luego, insisto, difícil. Es un ingrediente que si te pasas, echas a perder el guiso, pero que un buen gourmet enseguida detecta su presencia aunque se encuentre en dosis mínimas o muchas veces muy escondidas.
Mis escritores favoritos cambian según el momento y unos reemplazan a otros según descubro nuevos, o según cambio yo y cambian mis gustos. Entre los imperecederos puedo citar a Fredric Brown, Philip José Farmer, Primo Levi, Giovanni Papini, Gabriel García Márquez… como puede ver se trata de una colección demasiado variopinta como para sacar una conclusión. Si hablamos de influencia, yo diría que más que escritores, me han influido géneros y me han influido estilos. Por ejemplo, la ciencia ficción: para mí fue el mayor descubrimiento que me ha deparado la literatura, y sin ninguna duda todo lo que he escrito y todo lo que siga escribiendo estará de alguna forma marcado por aquellas primeras lecturas de ciencia ficción. En cuanto a estilos, seguro que me ha influido, más de lo que yo estoy dispuesto a admitir, cierto tipo de surrealismo, y me encantaría estar mucho más influenciado por el realismo mágico, su pariente más cercano, a veces un tanto presumido.
Comenzó su carrera literaria escribiendo relatos cortos. En los países de nuestro entorno cultural –bastaría con que nos limitáramos a los hispanoamericanos-, el cuento tiene una gran tradición. Sin embargo, en España es casi un género maldito. ¿A qué cree que se debe?
Es verdad, en España no hay mucha afición al relato corto, posiblemente se deba a la fatiga que conlleva tener que cambiar de situación y personajes cada cierto número de páginas. Curiosamente ahora se está poniendo muy de moda el ultracorto, y quizá la razón de su éxito sea también por una cuestión puramente de comodidad: el ultracorto al ser tan corto, no da pereza.
¿Qué prefiere escribir, relato corto o novela?
Me parece que ahora prefiero la novela. Es un territorio en el que apenas me he adentrado y me gustaría explorarlo un poco más, a ver qué me encuentro.
Usted estudió Ingeniería Aeronáutica, pero siempre se ha dedicado profesionalmente a la publicidad como creativo. ¿Qué le han aportado esas dos actividades, tan aparentemente alejadas de la literatura, a su labor como escritor?
Cualquier fuente de conocimientos es rentable para un escritor, y cualquier entrenamiento intelectual viene bien a la hora de escribir, que sin duda es un trabajo que requiere un gran fondo, resistencia y musculatura intelectual. Y desde luego, mi trabajo como creativo publicitario ha tenido mucho que ver en que me lo pase bien inventando historias.
¿Qué proyectos tiene para el futuro?
Tengo empezada una novela juvenil y, como no, una colección de relatos cortos temáticos que me gustaría completar. Pero he de confesar que lo que más me apetece es partir de cero y empezar un proyecto que sea totalmente nuevo. Quién sabe… depende de tantas cosas.
Y ahora la pregunta más importante de todas: ¿Cristóbal puede mover las nubes o no?
Yo creo que sí. También creo que todos deberíamos saber hacerlo, al menos todos deberíamos intentarlo.
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