—¿Por qué hemos tenido que esperar tanto para leer un nuevo libro de cuentos suyo?
—Casi ocho años… Debería tener una respuesta preparada para esta pregunta y no la tengo. Supongo que se debe a la relación tan particular que mantengo con el relato. Salvo en alguna extraña excepción, nunca me planteo escribir un relato premeditadamente. Por explicarlo de alguna manera, los relatos son los campos de entrenamiento de mis novelas y de los personajes que las habitan. Antes de comenzar a escribir una novela, necesito contar con las suficientes garantías de que las tramas y los personajes van a resistir el tránsito. Esto no quiere decir que Escritores se trate de un ejercicio de reciclaje literario. De hecho, esa excepcionalidad que antes señalaba la representa Escritores a la perfección, algunos de los relatos nacieron y morirán siendo relatos, no son embriones.
—¿Cuánto tiene de Malaleche Gutiérrez Solís y a la inversa?
—Yo, nada; y a la inversa, espero que también nada. Creo que soy más “puñetero” que “malaleche”. De momento, controlo la esquizofrenia y no me dejo abducir por los personajes.
—¿Es tan admirador de Marsé como del Real Madrid?
—Ahora que nadie nos escucha. Soy más admirador del Real Madrid que de Marsé. Y con esto no quiere decir que no sea admirador de Marsé, que lo soy. Imagínese lo madridista que soy. Si uno se detiene un instante a pensarlo, hay muchas coincidencias entre Marsé y el Real Madrid. Ambos son directos, no merodean; son eléctricos; llevan muchos años brillando, a pesar de sus activísimos detractores; son contundentes, potentes, lo han ganado todo…
—¿Se está perdiendo el humor en la literatura española?
—Es muy recurrente eso de afirmar que se está perdiendo tal y cual cosa… y muy especialmente cuando hablamos de Literatura española y humor. Puede que nunca haya tenido sentido del humor. Hablamos de una Literatura en la que hasta no hace tanto no se ha admitido el género, por ejemplo, da igual el género. Y si se trata de humor, en fin, los adjetivos nunca han sido agradables. Cuando la diferencia es muy simple: mala y buena Literatura, sin importar el asunto y el tono. Cualquier asunto se puede literaturizar, de la misma manera que cualquier asunto, por elevado que pretenda ser, es susceptible de transformarse en un tostón infumable. En España hemos aceptado demasiados tostones infumables porque nos han hecho creer que contaban con todos los elementos para ser considerados Alta Literatura, y no. La Literatura, la Cultura en general, no tienen que ser aburridas por definición. Pueden ser muy divertidas. Pero, claro, eso es más complicado.
—¿La Literatura maldita de nuestro tiempo es una impostura?
—¿Qué es Literatura maldita? ¿Qué es impostura a estas alturas? Ni el 15M es ya una impostura. Puede que reivindicar el amor, la honestidad o la sinceridad sea hoy una impostura. La impostura, en Literatura, me temo que es tratar de escribir correcta y evolutivamente, tener un compromiso con las palabras y el lenguaje, querer avanzar, explorar nuevos territorios, aspirar a redefinir las fórmulas. Eso es impostura literaria. Desgraciadamente, la Literatura española rebosa mediocridad y medievalismo, así como una soporífera ambición por —mal— escribir la misma novela un millón de veces.
—Regreso a la pregunta sobre el humor. Los españoles, desde un punto creativo, somos muy pudorosos o, como se suele decir, tenemos muchos “reparos”. Especialmente en Cine, en Literatura, incluso musicalmente. Si hubiéramos contado con un cineasta del talento de John Ford no habría podido convertir la época de los bandoleros, por ejemplo, en un género de dimensiones colosales, tal y como hizo con el western. Imposible, no se lo habríamos permitido. Da igual que uno sea aficionado o no, no creo que haya un universo tan plástico, tan trágico, tan rocambolesco, como el taurino. Y qué decir del mundo del fútbol. Hoy los futbolistas son los más parecidos a las estrellas de antaño, sin olvidarnos que estas estrellas no representan ni el 1%. Existe un 99% de fracaso y de historias increíbles. Mou, Ballesteros (Levante) o José Tomás pueden ser maravillosos personajes de novela. Me comprometo: habrá novelas sobre ambos mundos.