El escritor Jordi Sierra i Fabra es seguramente uno de los autores más prolíficos de nuestro panorama editorial. Ha escrito por ahora más de 400 novelas, muchas de las cuales han sido traducidas a veinte idiomas diferentes y entre sus innumerables premios figura el Nacional de Literatura Infantil y Juvenil. Cada año publica varias novelas y este 2012 nos sorprende con Sólo tú una novela juvenil romántica que nos sumerge en una historia sobre la fuerza del amor entre dos personajes inmersos en los problemas de la industria musical.
Entrevista de Carmen Fernández Etreros
—Sólo tú es una novela romántica en la que el amor entre sus protagonistas es el centro de toda la trama, ¿vuelve el amor a la literatura juvenil después de tantos años de triunfo del fantasy?
—A mí es que siempre me pasa igual. Tengo una idea, la planifico, hago el guión, escribo el libro, y pueden pasar a veces meses o años entre eso y que se publique. Entonces a lo peor aparece en medio de una tendencia y dicen que me he apuntado a ella. O todo lo contrario, no tiene nada que ver, y alguien dice que no estoy al día. ¿Cuándo entenderá la gente que la mayoría de autores no seguimos modas ni tendencias, que vamos de por libre, que escribimos lo que sentimos, cuando lo sentimos y cómo lo sentimos, que no aceptamos encargos, y que es el azar el que determina estos aspectos? Es más: hay algunos autores que somos los que marcamos tendencias, como hice yo hace más de 20 años con mi forma de entender y escribir el realismo. Tengo al menos dos docenas, o más, de ejemplos ilustrativos. Cuando escribí Casting faltaban seis meses para que apareciera la primer Operación Triunfo, la de Bisbal, Rosa, Chenoa, etc. Menos mal que puse la fecha al acabar la novela. Sin embargo al editarse, en plena fiebre “triunfera”, no faltó quien no se dio cuenta de esa fecha y dijo que yo me apuntaba la moda. Hay que tener siempre en cuenta cuando se hacen las cosas. Enmarcar una novela en su contexto temporal es básico.
Sólo tú la estuve planificando en 2007, hice el guión en una playa en Santa Marta (Colombia) en primavera de 2008, la escribí ese año en verano, y se editó en catalán en 2009. Ha tardado 3 años en aparecer en castellano porque a las editoriales les daba miedo que una chica de 17 hiciera el amor, y más con un tipo de 38, así de simple, duro y cruel. Aparece ahora y resulta que como es una novela de amor, estoy en la estela de Moccia y otros (que no he leído). Yo no sé si el amor vuelve a triunfar porque estamos en crisis o porque el fantasy vampírico lo ha puesto de moda o... No tengo ni idea. Soy escritor, nada más. Quería hablar del fin del mundo del disco (que fue mi mundo parte de mi vida) y por eso cree el personaje de Rogelio; quería hablar de un tipo básico de chica que viene a mi casa mucho, inteligente, madura, que ama la música, que sabe un montón pese a ser adolescente, y por eso cree a Beatriz. Y quería hacer una novela gorda, gorda, para explorar a conciencia esos personajes y sus sentimientos, que es lo que he hecho. Disfruté mucho con ese libro, enormemente. Para mí es todo lo que cuenta. Quería explicarlo con pelos y señales y ya está. ¡Qué tranquilo se queda uno, oh!
—En la novela los protagonistas, Beatriz, una joven bloguera que va a cumplir dieciocho años y Rogelio, un afamado representante de grupos musicales, se llevan veinte años, ¿el amor no entiende de años y edades? ¿«El amor debe ser absoluto» como llega a decir Rogelio en la novela?
—Cuando plantee la historia pensé: ¿cómo se conocen una chica de 17 años y un tipo de 38? Rápidamente pensé en la música como nexo. Él es un ejecutivo y ella una bloguera. Fue perfecto, porque funcionó de inmediato. Él vende discos, pero no tiene ni idea de música, sólo sabe que tiene un producto. Ella en cambio sí ama la música, la conoce, la siente, ha ido a las raíces para saber de dónde vienen las cosas, no desprecia lo que se hacía antes (como la mayoría hace inconscientemente). Eran dos personajes antagónicos, opuestos en todo, y eso es lo hermoso del amor, lo que hace que sea una fuerza telúrica imprevisible, porque cuando se conocen... se sientan atraídos el uno por el otro, y eso ya es imparable. A través de la novela vemos como no hacen el amor hasta más allá de medio libro, porque no es una cuestión visceral, sino sentimental. No es un clásico libro de pasiones, ni un argumento tipo 'aquí te pillo aquí te mato'. No, son dos personas que se enfrentan a una decisión sublime. Se aman pero hay un abismo entre ellos. Por eso digo que el amor es absoluto, las feromonas se ponen a actuar y no hay quien las pare. Y la gente se enamora así igual a los 15 que a los 30, los 50 ¡o los 60! Perder la cabeza es lo más hermoso y a la vez inquietante del mundo.
—Sólo tú no es únicamente una novela romántica sino que plantea otros muchos problemas de nuestro siglo, entre ellos la crisis del mundo de la música que es una de las grandes preocupaciones de la novela, ¿cómo ves el panorama de la industria musical?
—Fatal. Ya no existe el mundo de la música. Hace 40 años yo tenía cinco revistas de música y un programa de radio, viajaba con las estrellas del rock, las entrevistaba, cenaba con ellos, eran mis amigos. Me patee medio mundo así. Lo dejé todo en pleno éxito porque quería escribir novelas. Luego, poco a poco, he visto el deterioro, como cerraban las discográficas, como mis amigos se quedaban en el paro, como morían las tiendas de discos... Todo muy triste. Y la piratería. Ver tu disco (o mi libro) en un top manta, a dos euros, cuando tú sabes lo que te costó componerlo, grabarlo o editarlo... La gente pide cultura gratis y eso es una memez. Y más en España, que está el culo de Europa en comprensión lectora pero está en el top-10 de países más piratas. ¡Qué vergüenza! ¡Qué amargura! Yo tengo dos Fundaciones de ayuda a jóvenes que quieran escribir, trato de hacer una labor social (en la de Colombia, además, fomentamos la lectura y la cultura para erradicar la violencia). Cuando me roban a mí, están robando a niños que no tienen nada y a los que un libro puede salvar. Yo regalo libros, a instituciones, a bibliotecas, a la gente que viene a mi casa. Pero los regalo yo, cuándo y cómo quiero. No acepto que otro me lo robe. ¿Qué gana alguien copiando un libro entero para colgarlo en la red? Lo que ha sucedido con el mundo de la música empezó así. Yo tengo en mi casa 30.000 discos, y son maravillosos, son álbumes, fundas espectaculares hechas por grandes diseñadores, puedes tocarlos... Ahora todo está en un iPod, o peor, en You Tube. Esta generación oye música en un aparato que no va a educar su oído, así que habrá más ignorantes casuales, gente que no diferenciará un agudo de un grave, o un oboe de un corno, una Stratocaster de una Gibson o...
Por todo eso quería hablar de este mundo que muere y ya no volverá. Una pena. No sabéis lo que os estáis perdiendo, tíos y tías. No tenéis ni idea. Y sí, si no lo conocéis, no os importa (Ojos que no ven, corazón que no siente, dixit), pero los que hemos vivido y valoramos los dones de la vida...
—También otro tema de la novela es la importancia que están adquiriendo los blogueros como Beatriz como nuevas voces críticas en la valoración de campos como la música o la literatura, ¿crees que benefician estas nuevas voces?
—Habría que hablar mucho de los blogs, y no quiero meterme en líos porque siempre se acaban malinterpretando mis palabras, por constructivas que sean (la gente no sé si sabe leer o se queda con lo que quiere quedarse, que suele ser lo negativo según su parecer). Por lo general los blogueros son gente sincera, que trata de hacer algo útil, pero hay comentarios viscerales, personas que no entienden lo que han leído, respuestas de lectores del blog que insultan escondidos en el anonimato del nick name. ¿De verdad una bloguera o un bloguero de 15 años puede juzgar una novela más allá del me gusta o no me gusta? Hay que haber leído mucho, mucho, para poder juzgar el trabajo de los demás. Yo estoy a favor de los blogs, pero incluso Beatriz, en el suyo, se carga al grupo que está promocionando Rogelio, y Rogelio reacciona con furia, porque si ese grupo no vende, la discográfica cierra. Esto lo considero grave, y más cuando la novela no se entiende o se malinterpreta. Cuando escribí Ocultos, donde hay un personaje inmortal que tiene una maldición (todas las mujeres han de enamorarse él), se escribió en algunos blogs que 'la historia de amor era débil'. ¡Pero si no había historia de amor! Si él tiene una maldición es lógico que la chica se enamore, pero punto. Y cuando publiqué Quizás mañana la palabra amor... alguien escribió que 'no se tragaba' (con estas palabras) que él se enamorara de ella a la primera. Pues mira, yo me he enamorado siempre así, a la primera, sin siquiera hablar con ella, con sólo verla. Y ha funcionado siempre. La vida da experiencia, leer ayuda, pero cuidado. Hay que respetar el trabajo ajeno. No basta con decir “me gusta o no me gusta”, que es a lo que hemos llegado con tantos facebuques y tantos tuiters (a X personas les GUSTA ESTO). En resumen: beneficios, sí. Pero cuidado. Sólo digo eso. No es un juego. Se puede hacer mucho daño inconscientemente.
—¿Qué importancia crees que tienen en una novela como Sólo tú, y en general en la novela juvenil, los diálogos cortos y que la acción sea dinámica?
—Bueno, desde que empecé a escribir con 8 años siempre he escrito igual, es mi manera de hacerlo en la mayoría de mis 400 libros: capítulos cortos (como escenas de cine) y mucho, mucho diálogo. Es famosa ya mi frase: 'Lo que puedan decir dos personajes dialogando, que no lo cuente el narrador narrando'. Mis novelas están vivas, son intensas y directas por esa visceralidad, porque están llenas de sentimientos y de personajes vivos. Supongo que por so gustan a la mayoría y se venden tanto. Otra constante (que algunos blogs no entienden) es que apenas los dibujo, no los describo, para que el lector los imagine y los haga suyos. Eso y mis finales abruptos, para dejar al lector pidiendo más. Es mi manera de ser, guste o no.
En cuanto a la importancia de Sólo tú... Pues bueno, no es más que una novela, un entretenimiento. Es a lo máximo que aspiro como artista, que la gente se lo pase bien con mi obra. Si además les hago pensar un poco... mejor. Sobre si diálogos y capítulos cortos son también importantes... insisto, ni idea, yo escribo así. Supongo que esa manera de hacerlo ayuda a ir más rápido. Una parrafada de dos páginas puede ser infumable. Un diálogo de tres líneas puede decir mucho más que esa parrafada, que suena externa, mientras que el diálogo es interno.
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